miércoles, 3 de octubre de 2012

LA VERDADERA HISTORIA DE LA CIGARRA Y LA HORMIGA


El canto de las cigarras es una señal infalible de que llegó el verano a los campos mediterráneos.  Las cigarras cantan haciendo vibrar unas membranas (timbales) que tienen bajo el abdomen, y hay tantos cantos como especies.
  Como es natural, unos insectos tan sonoros y tan robustos no pasan inadvertidos, aunque se camuflen muy bien, y hay numerosas referencias a las cigarras en muchas culturas - en algunas incluso se consideran... ¡un manjar!
    Pero si preguntamos a los niños por estos insectos seguramente nos contarán alguna versión de la fábula de Esopo:
" Después de pasarse la cigarra todo el verano cantando despreocupada y disfrutando de la vida, mientras la hormiga trabajaba incansable almacenando provisiones para el invierno, llegó el frío y entonces la cigarra se acercó al hormiguero a mendigar algo para mantenerse viva, pero solamente recibió la regañina de la hormiga y una moraleja en pro de la previsión y el trabajo duro".
    En este caso, ¡qué lejos está la fábula de la realidad!





               En la naturaleza, las cigarras pasan sus días plácidamente al Sol, cantando mientras succionan savia de las ramas leñosas de los árboles, a menudo de las encinas o de los olivos. Tienen un impresionante "pico" con el que pueden taladrar literalmente la madera hasta llegar a los vasos conductores de savia elaborada, de la cual se alimentan como gigantescos pulgones. Pero a menudo la savia rezuma por los bordes del agujero en el que la cigarra ha hundido su "pico", y eso no pasa desapercibido a las hormigas que recorren las ramas siempre atentas a cualquier cosa comestible o bebible.
         Las hormigas comienzan a reunirse en torno a la cigarra, deseosas por sorber si quiera una gota del azucarado líquido que hace surtir lo que para ellas es un insecto colosal y virtualmente inatacable. Se arremolinan, trepan sobre la cigarra, le intentan mover las patas para acceder a la savia, y la molestan tanto que al final seguramente acabará marchándose de un vuelo y buscando otra rama en donde practicar otro sondeo.
           De manera que toda la fábula está al revés: las hormigas en realidad hacen de mendigos aprovechados, y el trabajador duro y legítimo es la cigarra.

          Todo esto nos lo cuenta Jean Henri Fabre en el capítulo que dedicó a la cigarra, dentro de su serie Souvenirs Entomologiques. En él nos narra cómo este insecto es en su juventud una larva de patas excavadoras que horada la tierra en busca de raíces de las que succionar savia.
          Después de largos años, un buen verano esa larva decide por fin emerger al mundo exterior, donde se transformará en una cigarra adulta cuya vida apenas durará un mes. La "piel" de la larva, vacía tras salir de ella la cigarra, a veces se encuentra en los troncos de los olivos, con el aspecto que muestra la figura de abajo en la imagen.
     
Información recogida en: http://naturalista12.blogspot.com.es/2010/06/la-verdadera-historia-de-la-cigarra-y.html

sábado, 4 de agosto de 2012

LA VIDA PRIVADA DE LOS INSECTOS

Minúsculo es una serie de animación francesa, realizada por Futurikon y vendida a Disney, que cuenta con humor la vida privada de los insectos, mediante dibujos 3D e imagenes reales de paisajes, acompañadas de simpáticos sonidos y sin ningún diálogo. Apta para toda la familia. Disfrútenla.
Aquí ponemos uno, pero hay muchísimos episodios más.



miércoles, 1 de agosto de 2012

JUGAMOS CON LA NASA

Si quieres jugar con la NASA y comprobar tus conocimientos de astronomía, pincha en el icono y empieza...

martes, 24 de julio de 2012

INVENTOS Y DESCUBRIMIENTOS


 
Información extraída del blog "El laboratorio del cole" del CEIP Juan de la Cierva de Fuenlabrada.

En esta página encontrarás algunos inventos y descubrimientos de la humanidad. Al final encontrarás dos juegos relacionados con el tema.
La rueda
En una época muy remota, cuando aún no existía la rueda, quien debía desplazar un gran peso sólo podía tirar de él. Si se trataba de un animal, el sistema más usado era tirar de la cola, cuando la había...

Pero los persas, que no eran tontos, encontraron el sistema de los rodillos, a base de troncos muy redondos que daban vueltas debajo de unas narrias cargadas (cada pieza se colocaba delante, luego se llevaba atrás y delante otra vez). Pero el tronco se gasta deprisa, como bajo el efecto de un hacha y hay que cambiarlo a menudo. 


Por eso utilizaron los troncos rotos para intentar arreglarlos de algún modo, pues los bosques se quedaban despoblados, y le hicieron un agujero en medio. Luego, los unieron con mucho cuidado con un grueso bastón y los sujetaron para que no se saliesen. 
 En el centro pusieron otra barra, que sirve para tirar de ella o para hacer de timón.... Y ¡ya está!, la rueda empieza a funcionar.


El hierro
Cavernín es un osito muy curioso. Un día enciende un gran fuego sobre una tierra dura y rojiza y, cuando se apaga la llama, aparecen entre las brasas unas cosas que parecen guijarros, pero más oscuros. Aún calientes son casi pastosos, pero se endurecen al enfriarse. 

Aquel importante descubrimiento le enseña que, cociendo aquella tierra rojiza en un horno de carbón de leña, se obtiene una especie de plancha que se puede perfilar trabajándola cuando aún está caliente. ¡Se trata del hierro! ¡Un gran hallazgo!

El papel
En verdad que era muy difícil aprender la historia antigua sin libros ni periódicos. Y pesaban quintales las grandes piedras grabadas donde se esculpían, para ser transmitidos, hechos auténticos o imaginarios.

 El problema era resuelto con un sistema muy simple. A saber, en cada país los viajeros contaban las gestas y empresas del pasado tal como se las narraban a ellos. Pero a veces eso era un puro desastre, porque la memoria juega malas pasadas y se olvidaban de los relatos.
En tiempos más felices los antiguos fenicios inventaron la escritura. Y para que fuese duradera grababan las palabras en arcilla secada al sol. Pero estas tablillas tampoco eran perfectas...

En tiempos más próximos, los romanos grababan las palabras en cera extendida sobre maderas pulidas. Pero cuando el sol calentaba, ¡qué desastre!

Después se difundió un sistema usado en el antiguo Egipto. Se empleaban las plantas del papiro, que era un arbusto. Con él hacían tiras que luego se trenzaban y maceraban. Más tarde se alisaban con un rodillo y finalmente se obtenían unas hojas delgadas ligeras. Era estupendo, no se rompían y aunque se las dejase al sol no se borraban las palabras, las cuales no se grababan, sino que se dibujaban con tinta.

La invención del papiro constituyó un éxito mundial, Todos copiaron el nuevo invento y algunos lo perfeccionaron al descubrirse la celulosa que se encuentra en las plantas. Una gran máquina, de complicado mecanismo, produce el mismo resultado que el papiro hecho a mano, Triturando con fuerza las fibras de madera de calidad, el moderno artilugio hace hojas de gran finura que luego se enrollan en bobinas. El papel ha sido descubierto.
El fósforo
Estamos en la prehistoria. Encender fuego no es nada divertido, sobre todo si han de frotarse dos trozos de madera. Sin embargo, la gente que pasa el invierno en las cavernas debe hacerlo si no quiere morir congelada. Para encenderlo empleaban agárico, un hongo tallado a lo largo en forma de delgada estaca, muy seca, que produce llama tras frotar un poco. 
 Ahora a pasamos a la época de Roma, en la que en cada barrio había un brasero que conservaba el fuego y cualquiera podía utilizarlo cuando lo necesitase, pero esto era bastante incómodo, pues a veces se apagaba el fuego por el camino. En otra época más reciente se empleó el pedernal, el cual desprende chispas al frotarlo, sin embargo eso es una actividad muy cansada. 

 Por fin, en el siglo XIX, C. Astor, un criado atento y al servicio de un gran inventor, tiene que ir en busca de cosas pocos vistas como el potasio, el cloruro y el fósforo y todos los días encuentra grandes cantidades de maderitas pequeñas y rotas. Un día, trae una provisión de aquellos ingredientes en varios recipientes, incluido otro ingrediente, la cola. Tiene mala suerte y se hunde un tablón del suelo, haciéndole caer y desparramándose por el suelo todos los ingredientes que tría, mezclándose todos. 


 En cuanto se levanta, transforma en escoba aquella tabla que le hizo tropezar para limpiar todo el desastre del suelo y al rozar la madera con toda la mezcla...¡sale una llama! 


 Fue algo espantoso pero aquella enorme cerilla constituirá algo fuera de serie. Al cabo de unas pocas horas, el gran inventor presentará al mundo (estamos en 1830) el mismo producto, pero ......en tamaño más reducido.




Y ahora, te toca jugar. Pincha en las imágenes para acceder a la actividad.
Entrada sacada del blog "El laboratorio del cole" del CEIP Juan de la Cierva de Fuenlabrada.